'Maxi' Freitas puso fin a la sequía con un bombazo
El de anoche fue un clásico especial para Maximiliano Freitas porque al fin pudo llegar al éxtasis en una noche mágica, de esas que solo el gol y un triunfo ante su clásico rival son capaces de lograr. El uruguayo andaba buscando esa sensación de delirio desde su llegada a Oriente Petrolero, en julio pasado, pero al arco rival no le daba la gana de abrirse.
Pero anoche fue su noche. A los 11 minutos, Freitas se abrazó a la pelota, la acarició un rato, la puso al piso, se paró a solo dos metros de ella, ni siquiera tomó impulso y la mandó a guardar. La volada de Hugo Suárez solo sirvió para ilustrar la foto porque la pelotita yacía en el fondo del arco enredada en la malla.
El uruguayo, que no encontraba la ruta del gol pese a que la había buscado siempre, hizo retumbar el Tahuichi. Se llenó la boca de gol y mientras corría a festejar sentía que la gente en las gradas se le venía encima.
Durante la semana, previa al clásico, había dicho hasta el cansancio que el gol tarde o temprano iba a llegar, que no le preocupaba tanto porque era cuestión de tiempo. Y llegó. No solo aportó con un tanto para la victoria de su equipo, sino que le puso ganas. Pese a no estar en la plenitud de sus condiciones físicas, literalmente se comió la cancha, metro a metro, como a él le gusta.
En un momento del partido, en el segundo tiempo, desde la banca de suplentes le preguntaron si estaba bien, y con la cabeza respondió que sí. Quería seguir por ese orgullo propio inclaudicable. Peleó cada pelota como si fuera la última y demostró que no solo de goles vive un delantero. Sin la pelota también se juega, y anoche todo le salió redondo.
Para cerrar una noche mágica, Freitas fue elegido una de las figuras del partido y acompañó al DT Wilson Gutiérez a la rueda de prensa. Allí su rostro transmitía felicidad, no otra cosa. Respondió a cada pregunta con una cálida sencillez y prometió dar más. Si fue capaz de abrir el arco en un clásico, lo que está por venir ya es ganancia.
Fuente: DIEZ
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