La Vendetta
Oriente a la segunda fase de la Copa Sudamericana. Con autoridad, justicia -si es que en el fútbol esto es válido-, ilusión y determinación, dejó en el camino a Universidad de Chile, derrotándola por 1-0.
Esto, para los hinchas refineros, es como sacarse una espina que tenían clavada en lo más profundo de su corazón albiverde desde hace tiempo. Es el desquite por varios años de ausencia en citas internacionales, lo cual, para un club que en otros tiempos era un asiduo animador de los torneos de la Conmebol, representaba casi una ofensa.
Y además, por si fuera poco, se tomó revancha nada menos que ante un rival, la "U" de Chile, con el cual tenía una cuenta pendiente. Hace unos años, en 1994, la "U" de Chile le había provocado una de las humillaciones más grandes de su historia en la desaparecida Copa Conmebol, al ganarle en condición de local 4-1 y de visitante 5-0 (¡sí, cinco a cero!) en el Tahuichi Aguilera.
Oriente, que llegaba a la revancha con ventaja por haber igualado 2-2 de visitante, se impuso jugando unos de sus mejores partidos de los últimos años. Especialmente en el primer tiempo. En ese lapso tuvo la determinación y la solidez de un equipo que sabe muy bien lo quiere y lo que busca en la cancha.
El gol tempranero del uruguayo Peinado le ayudó mucho a jugar el buen partido que jugó, porque le aportó seguridad y, en contrapartida, dejó sentido al rival, que estaba obligado a ganar para avanzar.
Ayer, se notó más que nunca la "mano" de ese buen entrenador que es Gustavo Quinteros. Oriente se mostró seguro, sin nervios, con un rendimiento parejo, aunque con puntos altos como el de Peinado, Caamaño, Schapparelli y Saucedo, que fueron los encargados de que el libreto del director técnico se cumpliera y diera resultado.
La "U" de Chile fue un adversario desteñido, por limitaciones propias y virtudes de Oriente. No tuvo argumentos ofensivos, se repitió en los pelotazos largos sin destino preciso, mostró muchas flaquezas defensivas, estuvo lejos de un resultado positivo y cerca de una derrota mucho más amplia.
Oriente recuperó la impronta de viejos equipos albiverdes, distinguidos por su temple y jerarquía, que supieron de noches gloriosas. Así, sepultó años amargos y disfruta el presente.
Esto, para los hinchas refineros, es como sacarse una espina que tenían clavada en lo más profundo de su corazón albiverde desde hace tiempo. Es el desquite por varios años de ausencia en citas internacionales, lo cual, para un club que en otros tiempos era un asiduo animador de los torneos de la Conmebol, representaba casi una ofensa.
Y además, por si fuera poco, se tomó revancha nada menos que ante un rival, la "U" de Chile, con el cual tenía una cuenta pendiente. Hace unos años, en 1994, la "U" de Chile le había provocado una de las humillaciones más grandes de su historia en la desaparecida Copa Conmebol, al ganarle en condición de local 4-1 y de visitante 5-0 (¡sí, cinco a cero!) en el Tahuichi Aguilera.
Oriente, que llegaba a la revancha con ventaja por haber igualado 2-2 de visitante, se impuso jugando unos de sus mejores partidos de los últimos años. Especialmente en el primer tiempo. En ese lapso tuvo la determinación y la solidez de un equipo que sabe muy bien lo quiere y lo que busca en la cancha.
El gol tempranero del uruguayo Peinado le ayudó mucho a jugar el buen partido que jugó, porque le aportó seguridad y, en contrapartida, dejó sentido al rival, que estaba obligado a ganar para avanzar.
Ayer, se notó más que nunca la "mano" de ese buen entrenador que es Gustavo Quinteros. Oriente se mostró seguro, sin nervios, con un rendimiento parejo, aunque con puntos altos como el de Peinado, Caamaño, Schapparelli y Saucedo, que fueron los encargados de que el libreto del director técnico se cumpliera y diera resultado.
La "U" de Chile fue un adversario desteñido, por limitaciones propias y virtudes de Oriente. No tuvo argumentos ofensivos, se repitió en los pelotazos largos sin destino preciso, mostró muchas flaquezas defensivas, estuvo lejos de un resultado positivo y cerca de una derrota mucho más amplia.
Oriente recuperó la impronta de viejos equipos albiverdes, distinguidos por su temple y jerarquía, que supieron de noches gloriosas. Así, sepultó años amargos y disfruta el presente.
Fuente: Once a Once
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